Lesser Ury pintó los paisajes lluviosos de las ciudades, con un agradable batiburrillo de coches de caballos, transeúntes y vigorosas pinceladas que destacan, sobre todo, el porte imperturbable de las mujeres que pasean sin importarles el mal tiempo, los charcos del suelo o el aviso de tormentas. Al fondo, detrás de los oscuros árboles, parece asomarse la esperanza de un sol tardío, pero, en realidad, a ellas no les importa. Subidas sobre sus altos botines negros, con sus medias oscuras y sus vestidos llenos de coquetería y de elegancia, se mueven con soltura y muestras sus rostros diminutos bajo los sombreros y detrás del rouge, el maquillaje y la sombra de ojos. Ese tiemp...
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