(Foto: Katharine Cooper)
Están las canciones que no puedo escuchar, las películas que no puedo volver a ver, las calles que no puedo recorrer sin zozobra, los libros que no puedo acabar de leer, las tardes sin crepúsculos dorados y con lenguas de fuego, las ciudades perdidas y los caminos no resueltos, los campos yermos, los olivos sin fruto, el mar sin oleaje, el mundo ausente...
Están los últimos días, aquellos en los que tuve el corazón partido en dos: no te vayas, no sufras. Aunque tú no lo sepas, las lágrimas se escaparon entonces, no pude escribir mi remite en el sobre que contaba la pena, pero luego, aunque tú no lo sepas, todas ellas, las lágrimas, vi...
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