Empezó siendo Brad Pitt y ha terminado como Bradley Cooper haciendo de Jackson Maine: rebelde, astuto e incomprendido. No sabía besar, ni desabrochar sujetadores, le temblaban las manos cuando intentaba rodearte con sus brazos y se trababa al hablar. Era desmañado, torpe, tímido y terriblemente guapo, tan guapo que bastaba con mirarle, incluso aunque no dijera nada, incluso aunque no se dirigiera a ti. Solo mirarle podía enloquecer a cualquiera. La culpa de todo la tenían, todas estábamos de acuerdo, aquellos ojos azules.
Las chicas hacíamos apuestas sobre ello. Porque sus ojos cambiaban tanto de color que nos desconcertaba. Era un muchacho diferente, no solo p...
más información