Me gusta la gente que sabe conversar. Esa que no necesita que le des tirones para que hable o cuente o explique. La que, de forma natural, convierte cualquier comentario en un universo de palabras. La que, ante un acontecimiento, es capaz de tener la soltura de desmenuzarlo sin caer en la repetición; de diseccionarlo sin maldad. Me gusta la gente que sabe conversar porque suele ser gente observadora. No metidos hacia dentro, escondidos en su cueva, guardándose la vida para que nada salga al exterior. Todo lo contrario. Gente libre de prejuicios y que escucha, de ese modo especial en que la escucha revierte en el otro, con ese aire que garantiza que las palabras no caen en saco ...
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