Agazapados, en un rincón del alma,
sueñan los versos nacer;
mientras, ilusionados y permisivos
juegan, a piedra, tijera o papel.
Algunos, vestidos de llanto azul,
como cascadas se dejan caer;
otros, peinados de rubios soles,
hasta las cumbres arrastran su tez;
los más tímidos,
apenas asoman un pie;
y en penitencia andan,
los que perdieron la fe.
Hoy despierto con un poema
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