Dolía mucho más sacarse los trozos de porcelana que clavárselos, pensó. El dolor no le dejaba pensar en otra cosa. Ni siquiera en como agradecerle que se los estuviera extrayendo ella. También trataba de relajar la espalda, pero cada vez que sentía cómo le introducía las pinzas(o las uñas, pues no recordaba si la había visto coger pinzas) no podía evitar volver a tensar hasta el último músculo, cerrando las heridas y endureciendo su carne, lo que dificultaba notablemente la labor de la chica. ?A la orden?, dijo él, riendo para disimular el daño que le hacía, cuando le volvió a repetir que se estuviese quieto. Pero no podía evitarlo, realmente dolía mucho? y ahora ell...
más información