(Mujer con paraguas. Henri Matisse)
Fíjate.
El agua ha llenado los árboles de pequeños cristales trasparentes y el viento ha arrastrado las hojas hasta el final de la calle, allí donde se cruza con la gran avenida, salpicada de coches, llena de sonidos que te sobresaltan si vas pensando en otra cosa. Una arteria que se llena, cada mañana, de niños con mochilas, de mujeres con maletines de ejecutivas y de tiendas que abren la persiana con un ruido apreciable que vuelve a llenarte de sobresaltos. La calle está muy animada. A pesar de la lluvia y del viento se ven pocos paragüas, porque está especie de tormenta imperfecta ha cogido de sorpresa a casi todos. No es ...
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