EL REVERSO DE ANA
Odio mi voz bifurcada, apta para coagular el ánimo incluso de aquel, que sin apenas tiempo para el bochorno y aproximándose con pasos testarudos, creyó advertir en mí una naturaleza a medida de sus tendencias aprendidas. Y el vapor de agua, enturbiando aún más la ambivalencia de mis gestos, los camufla bajo una lluvia sucia, y contaminada, como el que no supo, quizás no quiso, espigar un camino para mí. Veo, y entonces lamento, el caudal de agua templada que no consigue diferenciar la seda del esparto en mi piel. Hoy endurecida, ayer cumplidamente labrada en telares de chantilly. ¡Que el serpenteo de agua y hiel fluyendo desde mi boca hacia...
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