Me preparo un café como de costumbre. Este es mi pequeño rato para reflexionar y relajarme. Era lunes como siempre, por lo tanto, me tocaba ir a trabajar; pero me olvidé de la rutina, me olvidé de aquel mundo situado a las afueras de mi ventana, aquella pequeña ventana por la que podía ver cómo el mundo se resquebrajaba cada vez más ante mis ojos. Enciendo la radio, con una breve sintonía se da pie al locutor y este comenta las noticias del día, casi todas malas, y me doy cuenta de que el día se va volviendo gris poco a poco.
No paro de dar vueltas, no paro de abrir esa caja de recuerdos situada en mi mente, sí, aquella que me rompe el alma y quema mi corazón con una ...
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