Tenía unos ojos bonitos pero una mirada perturbadora. Unos ojos grandes como la boca de un pozo y oscuros como sus aguas pero una mirada perturbadora. Unos ojos protegidos por unas largas pestañas pero una mirada perturbadora. Estaban enmarcados en un rostro de piel bastante morena con unas cejas y barba negras y espesas, con lo que esa dureza se acentuaba. Cuando te contemplaba, lo hacía de una manera tan profunda que provocaba que desviaras la vista. Esa mirada atravesaba las pupilas y la piel, los huesos y la sangre, hasta llegar a tus pensamientos. Sí, esa era la sensación: estoy convencida de que sus ojos conseguían desvelar tus sentimientos sin que pronu...
más información