por Javier Debarnot
El día que se empezaron a poner contenedores de distintos colores para separar papeles, plásticos y vidrios, Josep sonrió. ?Por fin este puto gobierno hace algo?, pensaba mientras, de cara a un puesto de reciclaje azul, sacaba una pila de cartones para transformarlos en su colchón por unos días, porque Josep -como otros españoles en los últimos años- dormía cada noche en la calle.
Mi hermano me habló por primera vez de él hace algunos meses. Lo había conocido por casualidad, una noche que visitó ?la casa de Josep?, un humilde cubículo de dos por uno y medio, con el suelo un poco sucio pero el interior lleno de dinero. En nuestra jerga, sole...
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